4 jul 2006

ojo ajeno




Muerte
En todo esto.
Contrario al respeto.
Muero, presumo de estarlo, luego averiguo el hecho de estar vivo, suplo al margen del abismo al deteriorado pasajero mundano escondido en la cofradía del santo reproche del amor intoxicado de malas palabras: “te quiero”, “te amaré por toda la eternidad”, “eres lo mejor que pasó en mi vida”.


Pero mi queja de amor, de buen ciudadano, de votante aficionado, de convenido demagogo de las ropas cool de las posturas retro angustiadas; al concreto, repito los confundidos arquetipos para ligar pero me encuentro charlando con la mesera de la amorgue que trata de alejarme con un brazo, repitiendo la pregunta del referéndum; ¡ella está asustada!, me regala una muestra de orina, por si acaso, ya saben los exámenes de marihuana en competencia laboral.


Me desafina eso de tener novia, el amor como en todo devora la paciencia de la fatiga infrahumana dolencia estomacal, me miro, exacto al último encuentro con el espejo, somos ambos de materia agridulce me mudo al espacio que ocupa el demonio salido del constante miroteo, luego; voy despacio por la calle, pregunto; si alguien desea amor, me sale al paso un marciano gay, repito la respuesta a la autonomía ilegal, finjo parentesco con algún cretino de la “unión de bastardos cruceñistas”; asustado me regala un examen libre de consumo de drogas, arrojo la orina sobre la patria averiada.


Como siempre es lunes, como siempre es una semana demás, con algo de materia gris un policía conduce a un grupo de electores a la vereda intranquila, veo entre ellos; una hermosa muchacha de nombre asegurado en ferviente sorpresa, es hermosa, supongo como siempre, en esto de repetir los amores desbordados un momento trágico, estaré colgado con ella unos cuantos años, pasando de nada en flor –una flor, otra flor- , participando en comunidades románticas post-averías constitucionales; puedo recordar sus labios de ayer, soportando el frió, endulzando todo con su risa. Busco un milagro para entablar una conversación mientras la notario electoral aporrea al vecino intranquilo. La multitud apasionada deriva su parte esperando cambios estructurales, estoy postrado en una mesa, secretario del acto suicida, derramo tinta en las listas, regalo dulces a los votantes puntuales.


Pero me duele la muela izquierda, creo que iré al dentista pero me asegura una medida neoliberal para las caries cada vez que lo veo; él no soporta nada fuera de lo normal.

Solo una sombra.

Despierto. Sigo vivo, que extraño el espejo está roto.

2 comentarios:

Ferdinand dijo...

yo me quedo con eso de la muerte y el espejo roto.
A veces hay momentos en que nos preguntamos si estamos muertos, si estamos vivos y si los muertos estan vivos y bien muertos... creo que son etapas por las que pasamos, morimos, despertamos, vivimos.. estamos bien vivos y volvemos a morir. Ahi se entrelasan el amor y aparecen otros demonios mas... a todo eso.. seguir soñando, creer todavía en los sueños, en la vida.. y la muerte.... mejor si nos tardamos en llegar a ella.

Anónimo dijo...

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