6 ago 2007

día del patio trasero


Con esos ojos debían mirar los domadores en el circo, cuando querían someter una fiera
Los deshabitados Marcelo Quiroga Santa Cruz.



Festejamos delante del espejo.
Cualquier adelanto tecnológico, quiere ver las noches estampilladas de sobre nombres y cualquier sueño polifónico; esperando que nuestro día patrio termine tan rápido como pasaron todos estos siglos desde 1825. Todos los festejos son un cansancio de repetidas estupideces volátiles: desfilan arribistas, martillan sus tambores, muestran las piernas, van a ver las piernas de las waripoleras, aplauden a los hijos bobos enfundados en los tontos uniformes de las bandas. Todos como bueno idiotas, espían, que sea por el bien de la patria.

No es necesario señalar, mi presuntuoso malestar con estas demostraciones de anfetaminas, pelotudas, camufladas como precisión de un modo correcto de ver el mundo; de hecho las entradas folclóricas, manifestaciones, desfiles son una manera de ensuciar la ciudad, sin el menor credo por hacerlo; solo son pretextos. Las manifestaciones nos hacen pensar que estamos envueltos del problema, que nadie pudo resolver aun antes de los 60s. Las entradas esta bien claro, solo son un pretexto para intoxicarse con cerveza…

Cerveza Paceña: auspiciador oficial del desfile cívico.

Me encontraba en casa donde, dormía por haber soñados despierto tanto tiempo, sin animo de hacer nada por el respeto a los sentimientos ajenos, inundado por variaciones cósmicas en las llagas de las heridas románticas; ondulaba las ganas de seguir viviendo, mientras bebía una mezcla transparente de mis ermitañas dudas al respecto. Sin respeto alguno el silencio era abrumador, me daba flojera levantarme a cambiar el disco, callado en un zumbido eléctrico de cariño rememorado en cada pieza sonora. Miraba angustiado los ojos que robe, para adjuntarlos a las palabras de la dama que ahora, cautivaba mi alma. De ella no deseo decir nada.

Pude contemplar como las hormigas, vacilaban dudosas por los restos de ajenjo, en la taza y propias vivencias del salitre puritano que esperaba ser llenado del cada vez menos literario aspecto humano que duraba en esa habitación. Estaban ebrias con los restos multiplicados en retrospectiva, y danzaba opas, del fregado asunto que era nervioso y Terminal, durante las frustraciones momentáneas; creí que decían luego, repetí sin sentido esas oscuras palabras, “pon-play”. Obedecí.

Sin respeto alguno el silencio era abrumador, me daba flojera levantarme a cambiar el disco, callado en un zumbido eléctrico de cariño estiraban la contienda, con las paredes animadas y vitalicias de la construcción insegura, creaba pronto, al terremoto inalado, grietas por todas las redes, arácnidas que se mofaban de mis historietas trazadas: “estúpidos andrógenos con silicona en las patas octavas; son poemas terraplenas del subsuelo infinito, abrazando las cantidades menospreciadas que la muerte interpreta, llevándose al gusano delantal índice de respuestas señaladas, en las sombras de fatalcillo violeta que condena mi alma, con su mirada en la pared, quejándose del todo por los años quiroprácticos envenenados con milagros fatales”.

Sin saberlo todo estaba nuevamente sumido en su silencio preparado, con los juegos del rudo fetiche resentido…

¿Era extraño, qué todo este en silencio cuando mis paredes parecen derrumbarse?

Tiempo atrás pensaba, si mi casa se quemaba cual seria mi tesoro en los pretendientes de dientes evidentes, que retuercen las palabras, asimilando morderlas para parecer novela negra y consentida de la crítica que no creé en poemas románticos del gusto sediento. Puse al resto una pose de Montaraz, llevando mis sentidos al piso tratando de escuchar algo alrededor mió en la naturaleza de cemento, creciente, esparciendo un justificado silencio por el precipicio de vidas al borde de la lujuria creativa; repelente moderno y causas flojas, devolvieron su uso al oído paralítico; un gemido lejos, puro y triste parecía simular hacer el amor, con un traficante de orgasmos, que antes estuvieron hurgando en la basura el resultado de nuestras contiendas lectorales…

No se cuanto tiempo estuve inconciente, con los pantalones llenos de sabiduría inmediata, que dura como máximo tres noches en la misma cama ajena. Retuve esas anomalías de verso al pelo húmedo sobre su piel, que me dieron un tratado particular sobre los romances dolidos en la distancia. Esa increíble reacción se debió al recuerdo del sueño tuerto, que pensaba haber tenido mientras juntabas esas vanidades y me reclamabas, atribuyendo extrañarme, pero no era posible, que podía decir si esas palabras me despojaron de toda sonrisa la invención de las piernas juntadas en las de quién sabe sea, y no importa; no puedo sentir celos, solo dolor por no poder besarte en el cuello, mientras un te quiero desarma toda crédula satisfacción ilusoria. Recogí mi cuerpo estrellado en la realidad de mi creciente soledad, ausente de amor. Esperando las hormigas no se llevaran la botella de ajenjo. ¡Cretinas hormigas!

De pronto:

Ring, Ring. Ding, dong, Ringi, ping, pon. Tic-tac-tic-tac-tic; ting, ring.

Busque la careta que tenia cuando presentía, un vecino dolido en las reñidas calles que nos separan de estar asesinándonos los unos a los otros, espere, que la cabeza no diera vueltas siniestras, y contamine de risas la verosímil intención; esperando un disparo en medio de la cien, o las múltiples frentes puestas delante de la una y la otra, esperando recibir un disparo; ¡por dios!; cuanto fanático del trípode sanguinario ronda por las averías que tenemos, en lugar de amplia avenidas.- no dieron un segundo mudando la atención al cadáver que en verano escucha metal agresivamente a todo volumen, enojando a la vecindario. Ni aspiraron a los juegotes del toxico militante político que anhela una victima burguesa en su hamburguesa. Sea lo que fuera, un testigo de Jehová incluso. Escribí mi testamento:

Estando en pleno uso de mis facultades mentales; las cuales no uso hace buen tiempo dejo mis bienes mas preciados… si muero con suicida invocación; en el velorio deberán cantar himnos patrios segunda generación, crean necesario. En caso de muerte violenta; pídanle al asesino que dirija unas cuantas palabras ala multitud; no olviden aplaudirlo. Muerte natural, quiero celebrara con una fiesta, con globos, torta y payasos.

- Quiero recordarle que cualquier intento homicida, esta penado por la ley; aun no aprueban la nueva carta magna.

- ¡Quien debería llamar a la policía!; somos nosotras: su gato, descuartizo al espíritu santo.

Regrese rápidamente a mi casa, el televisor encendido y un poco de neuronas regadas, precipitadas sobre su pantalla; mi gato trataba de atrapar a Frodo para demostrarle a Sauron, quien era el más listo. Le pregunte si había matado a alguien últimamente, me miro con malos ojos, y comprendí que no podía ser posible. Conocía bien a mi gato, busqué en su escondite de cadáveres, con los que suele jugar de vez en cuando; y vi una paloma blanca sin cabeza. Levante lo que quedaba y se lo lleve a las hermanitas del buen usurero.

Monjas paulinas: Escuche buen joven no escritor; queremos aclararle un buen punto, nostras estábamos rezando por la paz y la unidad de Bolivia y su gato diabólico, que bien sabemos nació un 666, mato al espíritu santo; comprenderá que esta clase de epifanías no son muy comunes en estos días, más aún, con la inflación.

Estaba aterrado.
¿De donde sacaría otra paloma con poderes?; sin que mí gato la mate.
Si no cumplía; esta mafia, que debes estar en tratativas con todo el cartel de Calí y mafias Italianas (No pongas esa cara; ¿nunca entraste a un librería de las paulinas?)

Supe que la única manera de salir este entuerto, era compara marihuana; busque a los vendedores, pero estaban en paro, no quieren que se legalicen las drogas, por que entonces no serian divertidas…

Al salir un par de policías me detuvieron por que estaba tratando de comprar drogas y sin sentido respondí: Nada del otro mundo, nos afecta lentamente, con plegarias imprecisas, o modales de porquería conductiva, o entiéndase como psicología introspectiva, evitando las señales románticas que no merecen dimensionarse en la gravedad de la soberbia; todo y cada uno de los muertos del espasmo sacro omitido, demuestran la censura romántica, como adelanto modernista de la escritura política que sufre un problema de estrés por la muerte de las izquierdas; y la ultra necesidad grietarle a quien sea: “fascista, neoliberal de derecha omnipotente”.

Al entender mis argumentos, entramos en una celda donde un sujeto me dio un cóctel de drogas. Prepare una pasta con todas ellas; en invite a cenar a las monjas, puse música de Frank Zappa, fue una buena fiesta. Perro cuando se dieron cuenta de todo el montaje, bueno, las arrestaron tratando de comprar discos en una panadería; y en le juicio salió positiva la prueba, supongo se enojaron.

Llevo varias semanas encerrado en mi casa.
Creo que mataron a mi gato.
Y ahora entiendo por que mi casa tiene grietas, esta derrumbándose.